Bendita rutina
Texto y voz: Leonor Bellis
Anclada en la rutina, deshojaba el calendario añadiendo segundos a mi existencia, con la mente en anhelos remotos: – ¡A ver si en vacaciones! -; – A ver si cuando acabe este proyecto-; – A ver si…-. Los días se parecían unos a otros y caía en la trampa de la desidia que, en un ataque de monotonía, me amohinaba el gesto.
A menudo me olvidaba de la incertidumbre que es, en sí misma, la vida y colocaba mi punto de mira en el mañana, despreciando la cotidianeidad, que era lo realmente importante. Y, cuando sin quererlo, la rutina se trastocó por el azar, enseguida la eché de menos.
Bendita rutina, tan llena de oportunidades para sentirme viva, pues:
Me permitía disfrutar sin aprensiones, del sol, las estrellas, el mar y la lluvia; abrazar al amigo y conversar plácidamente mirándole a los ojos.
Me concedía el goce de acudir al teatro o al cine, abarrotados de gente y saludar sin reparo a conocidos.
También, me ofrecía la charla improvisada con desconocidos en la cola del super y sin ocultar la sonrisa.
Me brindaba la oportunidad de celebrar un “San Queremos” comiendo fuera, cualquiera día de la semana, como si fuera un premio.
Me mimaba con la licencia de apagar varias veces las velas de cumpleaños, con turnos para la familia y los amigos, por si no quedaba claro que el entusiasmo de cumplir un año más era, ciertamente, una fortuna.
Me obsequiaba cada mañana con nuevo despertar para acudir a mi trabajo y obligaciones.
Yo, que tantas veces me permití el lujo de malgastar los momentos por el peso de mi rutina, ahora sé que me la han robado, y requiero urgentemente volver a ella para enmendar mis errores de antaño. Debo asumir el riesgo de:
ilusionarme cada día;
escuchar paciente a quién me necesite y
procurar no derrochar mis minutos en lo que, -por muy importante que parezca- en realidad no merezca la pena.
Prometo gozar de mi rutina…