En qué se está convirtiendo mi cuerpo…
Texto y voz: Leonor Bellis
Me miro al espejo y solo veo nariz. ¿En qué se está convirtiendo mi cuerpo?
Ya no soy un niño pequeño. Voy solo al colegio y los viernes puedo dar una vuelta con mis amigos. Confías en mí y yo me siento importante. Empiezo a descubrir mis gustos por la ropa, la música, y algún videojuego, aunque me has dejado claro que prefieres que haga deporte o toque un instrumento a que me pase horas delante de una maquinita.
Pero ESCÚCHAME, te voy a contar qué NECESITO:
– Que me abraces. No dejes de hacerlo. Tus muestras de cariño son vitales para mí.
– Que me hagas comprender que “no lo sé todo”. Tú contundencia me hará reflexionar y me dará seguridad.
– Que sigas siendo mi guía. La tolerancia y el consentimiento, sin límites o normas, lo único que conseguirán es mi desorientación y confusión. Entonces, veo que te exijo más atención. No me la niegues.Que salgas conmigo en bici y a caminar por la montaña. Seguir compartiendo momentos de diversión; ahora con más camaradería, así tus confidencias propiciarán que me sienta mayor.
– Que me repitas que me entiendes, que tú tenías más granos que yo y que te ponías como un tomate cuando una chica guapa te miraba sonriendo.
– Que me convenzas de que no he de hacer lo mismo que todos mis amigos, puesto que la diferencia afianza la personalidad.
– Que me digas que todo llega a su debido tiempo; que precipitarse solo puede complicarme la vida. La tiranía de las nuevas tecnologías tiene el peligro de lanzarme de cabeza al “borreguismo” y anular mis dones innatos.
– Que hagas de mí, un adolescente RESPONSABLE, capaz de asumir las consecuencias de mi comportamiento, yo mismo.
– Que fomentes mis habilidades, porque tú no deseas que yo exista para que cumpla tus sueños.
Tú también sufriste efluvios desacompasados de emociones. Te sentías incomprendido por tus mayores; con enfados repentinos sin causa aparente. Llorabas a escondidas después de haber reído a carcajadas. Tuviste momentos de frustración y aprendiste a lidiar con ellos, porque enfrentándote al fracaso, descubriste que hay muchos caminos y, entonces encontraste el coraje para seguir adelante “sin perder el norte”.
Poco sabías de la vida y procuraste tomar ejemplo de quien considerabas “buena gente”.
Y yo tengo la suerte de que tú, SÍ tienes tiempo para mí. Porque a pesar de tus problemas, yo soy tu prioridad. A pesar de que te sientes cansado, escuchas mis miedos y me ayudas a sobrellevarlos. A pesar de que te agobian tus obligaciones, sé que puedo contar contigo.
Caminas a mi lado, siempre, incondicionalmente; pero al mismo tiempo es importante que permitas que me equivoque, que me frustre, que sufra y pierda infinidad de veces, puesto que, solo así, seré capaz de crecer libre.