Era la procesión del barrio
Texto y fotos: Secundino Pérez.
Mi madre me prometía churros con chocolate a la vuelta de la procesión. Hacía frío y el repicar de los tambores atravesaba las débiles ventanas que un especulador de turno, de la construcción, nos había colocado como buenas. Nos sentimos estafados. Y puso tierra de por medio. Volvió y volvió a las mismas. Los malos siempre malos, y los buenos, como siempre, llevando en andas el buen sentir de los vecinos del pueblo leonés. Y llegábamos a la Catedral de la mano de mamá siempre suave de tanto lavar. Era mágico. A mi me parecía que el tiempo cambiaba a mejor para el encuentro y salía el sol frente a la Catedral. Soltaban palomas en señal de paz. Repicaban las campanas, todos se destapaban y se abrazaban en señal de buena voluntad. Otra vez todo cobraba sentido y nos perdonábamos incluso a nosotros mismos. Y salíamos del confinamiento del invierno y era bonito. Tal vez mañana vuelva a ser así.