Historias de Los Cubos en un León peatonal

Fotos y Texto: Secundino Pérez

El tren turístico llegaba a la plaza del Espolón por la calle Carreras como si fuera para siempre. Ahora ya es historia. Solo quedarán nuestras fotografías para ver cómo se fue transformando la ciudad. El momento que recuerdo más peatonal, si así se puede decir, fue con Genarín. Aquel año nuestro paisano Julio Llamazares había escrito sobre la procesión de Semana Santa más irreverente, por la ocasión. A mí me parecía hasta pecado asistir. Fue brutal la cantidad de personas que aparecieron al lado de la muralla. Luego, al día siguiente, una corona colgada en lo alto recordaba el jaleo de la noche.

A partir de ahora será peatonal para siempre, no de forma ocasional. Primero fue la calle Ancha, el Barrio Húmedo y calles aledañas y ahora el recorrido exterior de Los Cubos. Varias casas de la zona, que formaron parte de ese barrio, han sido derribadas y borrado todo vestigio de su existencia. Solo nuestra memoria. Los coches necesitan como el agua de los ríos camino para fluir. Lo llaman progreso.

De la mano de mi padre conocí León. Él me enseñó las tiendas de los anticuarios situadas en la sombra de la Catedral. En la tarde, todo se quedaba a oscuras y a mí me daba no sé si miedo o tristeza caminar esa calle lúgubre, de negocios de objetos antiguos. No sabía valorar la importancia de la artesanía, aunque mi papá me dio una pista. El abuelo había malvendido, por debajo de su valor, una mesa de nogal negro, con patas y cajones labrados donde el abuelo guardaba unas armas de Larra. Con los años no dejé de admirar la Catedral, los alrededores y ahora celebro que como antaño y como los ríos que ocultan los pantanos, cuando baja el nivel de agua y de coches, el río y los peatones vuelven a su cauce natural.