La Granja cambia de cara
Texto y fotos: Secundino Pérez
El barrio del Ejido cambia de cara. Las máquinas mueven el terreno tan deprisa que si tardas en pasar, ya ves la vaca que pastaba en la verde pradera de La Granja envasada para ser vendida en un gran supermercado montado al otro lado de la Ronda Norte. Mis padres vivían en este barrio donde crecí en su límite. El alcalde Morano inauguró el parque de La Granja, el más extenso de la ciudad, donde su cantidad de árboles aportan y suman vida. Sin embargo, este parque aún esconde caminos poco asfaltados que recorren y transitan niños y abuelos, además de deportistas que se baten el cobre en un campo de fútbol que parece de un país desértico. Falta agua, máquinas y unos vestuarios acordes al 5G. Y en el medio…. aún se mantiene una ‘escultura’, vestigio de la opulencia del hormigón, que no sé por qué nadie se atreve a restaurar o derribar. Hace tres décadas fue una fuente, pero lleva vallada y destartalada ese mismo tiempo.
Y el barrio fue creciendo, y llegamos a La Candamia, donde estaba el muro con el pozo en el río Torio donde se ahogó Margarita, una niña del barrio y compañera de mi hermana en el colegio. Aquello nos marcó a todos. Y el barrio siguió creciendo y la casa de Quiñones se quedó sola como Guzmán el Bueno aunque pronto va a quedar abrigada por grandes tiendas de ropa, comida y bricolage… Y además un centro de salud.
Mientras, el carril bici espera en la orilla ser ampliado no sé hacia dónde, y las vacas que pastaban se han retirado unos metros para ser visitadas por los de Madrid cuando vuelvan de visita al parque temático rural de León.